NEUROEDUCACIÓN

{slider Y eso de la NEUROEDUCACIÓN ¿Qué es?}

Es hora de que la ciencia se ponga al servicio de la educación.

En ANESA vamos a utilizar los conocimientos científicos para mejorar la educación de las personas, ya sean niños, adolescentes o personas adultas. Es el momento de que neurociencia y educación hablen. Esto es neuroeducación.

Todo aprendizaje cambia el cerebro, aunque el proceso de aprender puede ser analizado desde diferentes perspectivas y en ambientes distintos, sin embargo, siempre supone la creación de nuevas representaciones neuronales de la información que se está aprendiendo, además del establecimiento de relaciones funcionales entre estas representaciones y las que ya existen en nuestro cerebro; en definitiva, aprender implica alterar nuestro cerebro. El contexto neuronal en donde se da el aprendizaje implica la activación de diferentes factores a distintos niveles ontológicos, desde la movilización de moléculas, la actividad conjunta de vastos conjuntos de neuronas, la implicación de diversos agentes, etc...

Todo enseñanza se dirige al aprendizaje, lo cual llevará, por tanto, aparejada un cambio en nuestro cerebro, aunque este proceso, el de la enseñanza, es intencional, dirigido, y dentro de un contexto social e histórico. La educación es la socialización del proceso natural de aprender, por lo que es más que necesario conocer como aprendemos, como se modifica nuestro cerebro en el proceso de aprender si queremos mejorar los métodos que utilicemos para enseñar. Y sin embargo, la educación, en mayor o menor medida, no ha tenido en cuenta los aspectos más básicos que entran en juego cuando estamos aprendiendo, cuando estamos siendo educados. Aunque es de rigor decir que tampoco las disciplinas que se han centrado en el cerebro y sus funciones, y disfunciones, tampoco han dado gran importancia a esta labor educativa.

Pero eso está cambiando, por un lado algunas instituciones se han percatado de la necesidad de buscar eficiencia en las metodologías educativas, lo que conlleva que no todo vale; en esta línea, la Comisión Europea ha recomendado que las políticas y las prácticas educativas deben regirse por la presencia de evidencias y el conocimiento de las causas que subyacen a los procesos educativos. Además, la aproximación mutua del mundo de la educación y de la neurociencia cognitiva permitirá la creación de las condiciones óptimas para que los conocimientos sobre cómo nuestro cerebro procesa información durante el aprendizaje sea tenido en cuenta por el profesorado y por los diseñadores de políticas científicas.

Aunque es necesario ser cautos, ya que estos ámbitos pueden y deben ayudarse mútuamente, es importante no obviar el hecho de que traspasar, tanto a la teoría como a la práctica, los hallazgos de la neurociencia cognitiva a la enseñanza no es algo automático, en realidad, va a ser necesario un gran esfuerzo transdisiciplinar, debiendo estar atentos a los cantos de sirena, aquellos que ya se han denominado “neuromitos”, productos y creencias sin base científica pero que están siendo trasladados a la educación bajo el paraguas de un supuesto aval científico.

{slider Creando puentes}

Aquellas personas que se encargan o se quieran encargar de la educación tienen que hacer el primer esfuerzo y aprender la utilidad que nos aporta la neurociencia para mejorar su forma de actuar. Además, tienen que demandar, experimentar y mejorar el desarrollo metodológicos dentro del marco de la neuroeducación que enriquezcan sus prácticas educativas.

 

El camino que tenemos que recorrer, que estamos recorriendo, tendrá que ser de doble dirección y a un ritmo que todos y todas las implicadas puedan transitarlo. Ya hemos visto que la transacción no puede ser directa, unidireccional, o inmediata, que es necesaria la traducción para que aquellas personas que transitan por el mundo educativo puedan entender, y así utilizar, lo que ocurre en la mundo de la neurociencia, mientras que estas ultimas deberán conocer que se requiere, cuales son las incertidumbres y necesidades que se plantean en el mundo de la educación. Estos dos lenguajes todavía están muy lejos, quizás debido a eso todavía los avances de la neurociencia no se han aplicado de manera amplia en la práctica educativa (Blakemore y Frith, 2007). Es hora de construir, de levantar, como expresa John T. Bruer, los puentes que una la neurociencia y la educación (Bruer, 2008), pues son aún muy débiles. De esta manera, la información sobre cómo es el neurodesarrollo y los procesos de aprendizaje se podrá tener en cuenta a la hora de planificar las políticas y prácticas educativas, pero no podrá nunca proporcionar directamente un proyecto educativo. La colaboración, volvamos a decirlo por si no ha quedado claro, debe ser de allí hacia aquí, y a la inversa.

Aquellas personas que se encargan de la docencia tiene que hacer primero un esfuerzo y aprender la utilidad que nos aporta la neurociencia para mejorar su formas de actuar y segundo plantear necesidades y propuestas que guíen las líneas de investigación de la neurociencia, aquellas personas que hacen día a día esta ciencia deben hacer lo que saben, comprobar, analizar y validar los métodos, que surgidos de los avances de la neurociencia, sean experimentados por los educadores y las educadoras.

 

{slider ¿Nueva disciplina y nuevos objetivos?}

Pretendemos darle un enfoque actual a la educación, partiendo de lo que nos indica la neuroeducación, pero también de lo que los y las docentes ya están haciendo y se ha demostrado que funciona.

Podría parecer que todo lo que hay no sirve, que el cambio conlleva la necesidad de adoptar nuevos métodos, que nada nos sirve y debemos de construir todo de nuevo. Nada de eso, el conocimiento acumulado por tantos años de profesión, por tal cantidad de profesionales es de enorme interés, y si bien no profundiza en las causas, la adquisición de conocimiento práctico de los educadores y las educadoras va dando importantes claves sobre cómo ha de ser la enseñanza y cómo se da el aprendizaje, lo que ha servido para ir orientando la actividad educativa.

Ahora bien, si este nivel de práctica y conocimiento alcanzado es amplio en superficie, es escaso en profundidad, por lo que la llegada de la neurociencia debe ahondar en los porqués de la educación. Los objetivos que debería perseguir la unión de estos dos ámbitos deberían ser: En concreto, hay cuatro áreas en las que la neurociencia cognitiva puede contribuir significativamente a la educación:

  1. en el conocimiento de cómo es el proceso de aprendizaje de las destrezas cognitivas, emocionales, motoras, etc..., tanto en niños o niñas normales como con posibles dificultades o trastornos,
  2. en cuales son los factores, intrínsecos y extrínsecos que facilitan este proceso de aprendizaje,
  3. en asistir a la hora de diseñar procesos de entrenamientos e intervenciones específicas así como en el uso de nuevas tecnologías para la mejora del proceso de aprendizaje, ayudando al diseño de nuevas metodologías, y mejora de las que ya existen, que faciliten los procesos de aprendizaje, y
  4. en cómo mejoramos la capacidad que el entorno educativo tiene para la detección precoz de posibles trastornos y o dificultades del aprendizaje.

 

{slider Pero, ¿Qué puede aportar la Neurociencia a la educuación?}

En esencia, la neurociencia puede ayudar a mejorar el ámbito educativo creando un marco teórico-práctico donde se sostengan los avances pedagógicos. Cada día sabemos más como aprende nuestro cerebro. Pues vamos a aplicar estos nuevos aprendizajes a la educación de nuestros hijos e hijas, alumnos y alumnas.

En esencia, la neurociencia puede ayudar a mejorar el ámbito educativo. Pero concretamente ¿en qué?. Podemos destacar varios aspectos. Empecemos en el proceso de enseñar, de aprender, viajando de la mano de Ignacio Morgado, de lo más profundo a lo más evidente. Desde hace escaso tiempo estamos empezando a comprender que ocurre en nuestro cerebros cuando se graba un recuerdo, sabemos que son procesos complejos y lentos, que implican cambios fisiológicos, estructurales y funcionales, en donde la nueva información busca acomodo con la que ya tenemos adquirida.

Este camino que debe recorrer los nuevos recuerdos, los nuevos aprendizajes, puede ser facilitado, que no fácil, o entorpecido, siendo este el cometido del proceso educativo, a saber, poniendo señales y eliminando barreras, o excavando socavones y cortando las vías, por ejemplo:

  1. distribuir el aprendizaje, así será más fácil tanto evitar las posibles interferencias como facilitar a que se consoliden los procesos fisiológicos que subyacen al aprendizaje, de igual manera que en pequeñas dosis ya que facilita el entrenamiento de la memoria de trabajo;
  2. practicar de manera regular algún deporte, o al menos, mantener un elevado nivel de actividad física;
  3. mantener una dieta equilibrada y que no sea excesiva, aunque la definición de equilibrada daría para una entrada entera en nuestro blog;
  4. sabemos que una de las funciones del sueño es consolidar lo que aprendemos durante el día, de ahí que se sabe la importancia de intercalar períodos de sueños entre las sesiones de aprendizaje;
  5. guiar el aprendizaje mediante preguntas, lo que aumenta la motivación del alumnado y la independencia;
  6. practicar con frecuencia el recuerdo de lo aprendido, e incluso, en esta línea, aprender como si tuviéramos que enseñarlo posteriormente, lo que se verá reforzado si se potencia las evaluaciones de tipo oral, por ejemplo;
  7. buscar una nivel de activación óptima, proporcionando al principio información motivadora sobre la materia que se va a aprender.

Estas variables van a influir en la forma en que pongamos en marcha nuestras metodologías educativas, las cuales deberán buscar, en virtud de las propuestas realizadas desde la neurociencia, un aprendizaje activo.

Otros compañeros en este viaje también nos aconsejan sobre que debería de aportar la neurociencia al mundo de la educación. De tal manera, del informe que realiza la OCDE en 2007, se plantearían, al menos, cinco problemas que deberán ser resueltos en los próximos años por ese cruce de camino que conforman la educación y la neurociencia

  1. ¿Cuál es la solución al equilibrio entre naturaleza y cultura de cara a un aprendizaje eficaz?;
  2. ¿qué hay de cierto en el mito de los tres primeros años? ¿son tan importantes para un aprendizaje eficaz a lo largo de toda la vida?,
  3. ¿Qué diferencias hay entre “desarrollo natural” y “educación cultural”?;
  4. Si la distinción es relevante ¿cómo podemos promover estos dos tipos de aprendizaje?;
  5. ¿cómo podemos adecuar la enseñanza a las capacidades ya adquiridas con la edad?, ¿cómo tenemos en cuenta la individualidad en el ritmo del desarrollo a la hora de enseñar?.

Por su lado, las autoras Blakmore y Frith hacen hincapié en una amplia variedad de temas, por ejemplo:

  1. Los periodos críticos ¿son tan críticos cómo se cree?;
  2. ¿Qué ocurre si no se aprovechan?;
  3. algo qué está bastante extendido actualmente ¿qué utilidad tiene los ambientes enriquecidos cuando el niño o la niña no muestra signos de problemas?.


Uno de los principales divulgadores de la importancia que tiene la neurociencia en la educación es David A. Sousa. En varios de sus libros ha ido desgranando cuales han sido los descubrimientos de la neurociencia más importantes y relevantes para la educación:

  1. El proceso de adaptación del cerebro al medio ambiente prosigue a lo largo de toda la vida de una persona, la neuroplasticiadad – la capacidad de modificación del cerebro – continúa más allá de los primeros años de vida, aunque en éstos es más potente permitiendo grandes progresos en el aprendizaje gracias a las experiencias que se dan en el hogar y en la escuela.
  2. Darle la importancia que se merecen las emociones y cómo influyen sobre el proceso de aprendizaje, de memoria y sobre el recuerdo.
  3. Mostrar la importancia que la actividad física tiene para el neurodesarrollo, así como para su funcionalidad cognitiva.
  4. Buscar las claves del comportamiento adolescente también en su proceso de desarrollo cerebral.
  5. En la búsqueda de modelos individuales de aprendizaje se ha destacado la necesidad de comprender y tener en cuenta los ciclos circadianos a la hora de planificar qué enseñar a ciertas horas del día.

De manera general, la neurociencia cognitiva nos aportará que funciones congitiva están en juego en el proceso de aprendizaje y que deberemos tener en cuenta a la hora de planificar las acciones educativas.

{slider Mitos en Neuroeducación}

Fórmulas “mágicas” ha habido, hay y habrá siempre. No todo lo que nos cuente, hayamos leído o visto es válido. Vamos a ir descubriendo lo real de lo ficticio, lo que funciona de lo es una falsa.

Y ahora nos paramos y preguntamos; ¿todo vale?, ¿todo lo que lleve el prefijo neuro no es útil en el aula?, pues no. Vendedores de crecepelo han habido, hay y habrán. Y la neuroeducación deberá estar muy atenta para denunciar y desmontar aquellos mitos embaucadores que se están extiendo e incluso comercializando. Tokuhama-Espinosa, entre los mitos más frecuentes, destaca: que a pesar de que nuestro cerebro consume la cuarta parte de la energía total que nuestro cuerpo sintetiza únicamente lo usamos en un 10% de su capacidad, o que el cerebro del recién nacido es una página en blanco, que más allá de los tres años no sucede nada importante para el cerebro, que el cerebro es inmutable más allá de los tres años, que los periodos óptimos de aprendizaje están relacionados con el aumento del número de neuronas – neurogénesis – y del crecimiento de estas – sinaptogénesis – por lo que la enseñanza debe estar sintonizada con estos períodos, que la plasticidad se da en gran medida cuando hay buenos procesos educativos, que las áreas del cerebro trabajan aisladas, que podemos establecer procesos de aprendizaje diferenciados para cada uno de los hemisferios cerebrales y por eso algunas personas utilizarían más el izquierdo y otras el derecho, que en la actualidad es innecesario memorizar procesos mentales complejos, que nuestro cerebro es una cámara fotográfica y recuerda todo tal y cómo ha sucedido, que una vez que mueren las neuronas no pueden ser reemplazadas, que es incompatible e incluso pernicioso aprender un segundo idioma cuando estamos aprendido el materno, que el razonamiento no se comunica con la emoción y son aspectos contrarios, que el cerebro y la mente están separados, que el comportamiento errático y complicado del adolescente es debido a un neurodesarrollo incompleto, que el aprendizaje no estructurado es superior al estructurado porque mejora las funciones neurológicas, que el aprendizaje solo ocurre en el aula, que la historia del alumno no afecta su aprendizaje, o que la enseñanza podemos aislarla en un burbuja alejada de todo contenido social y emocional

¿Qué podemos hacer para que estos neuromitos no se establezcan como principios educativos, malgastando tiempo y energía?, no admitirlos en nuestro quehacer educativo diario y no difundirlo. Para esto es muy importante que los y las docentes tengan formación sobre aspectos esenciales en neuroeducación, que sepan separar la paja del trigo. Y a la hora de realizar este ejercicio de limpieza podemos seguir el esquema que propone Paul Howard Jones, donde con tres preguntas sencillas todo educador o educadora puede evaluar “toda idea aparentemente basada en el conocimiento científico”:

  1. ¿Cuáles son los principios científicos de la idea o propuesta que tenemos delante?
  2. ¿Cómo se evaluó la idea en términos científicos?
  3. ¿Dónde se han publicado y evaluado estos principios y evaluaciones?

Si alguna de las respuestas que encontremos, o la ausencia de ellas, nos genera duda, haríamos bien en seguir investigando sobre esa idea antes de acogerla.

{slider Proyectos en esta área}

Vamos a desglosar este proyecto neuroeducativo en tres diferentes líneas de trabajo, aunque están interrelacionadas entre ellas. Éstas serían:

  1. Trabajando con las familias.
  2. La formación de los y las docentes.
  3. La gestión del centro.

La amplitud temática que conlleva la aplicación de una marco basado en la neurociencia en la educación debe ser cubierta por un programa lo más ambicioso posible. Sin embargo, dada su naturaleza, hemos creído conveniente desglosar este proyecto neuroeducativo global en tres líneas de trabajo, que aunque son dependientes entre si, se van a desarrollar de manera progresiva. Estas líneas de actuación serían:

  1. Trabajando con las familias. Este proyecto trata de ser una guía clara y práctica para que cualquier padre o cualquier madre consiga apoyar el desarrollo emocional e intelectual de su hijo. Utilizando para ello una metodología innovadora, con un lenguaje sencillo y claro, mediante explicaciones, basadas en los últimos avances de la neurociencia y en estrategias educativas eficaces, acerca de cómo se puede apoyar el desarrollo pleno de las funciones intelectuales y habilidades emocionales, acompañadas de ejercicios y sugerencias que podemos aplicar en el día a día de la educación de nuestros hijos.
  2. Formación de docentes.
    Si en el paso anterior proponíamos la necesidad de que las familias, encargadas de la educación en el hogar, tuviesen un conocimiento sobre como es el desarrollo de sus hijos e hijas, es también importante que aquellas personas encargadas de la tarea de educar en las escuelas profundicen en el ámbito de la neuroeducación, con el objeto de reflexionar sobre las prácticas educativas dentro del marco de la neurodidáctica. Con este objetivo vamos a desarrollar las siguientes actividades junto con las administraciones educativas que así lo vean convenientes:
    1. Talleres cortos o charlas, cursos y jornadas. Formación en aspectos como: Funciones superiores del pensamiento e inteligencia ejecutiva, emoción y aprendizaje, las praxias y su relación con el desarrollo motor, plasticidad neural y periodos de aprendizaje, desarrollo y aprendizaje del lenguaje, bases neuropsicológicas del aprendizaje, neuropsicología de la atención y del procesamiento perceptivo, memoria humana, estructuras y procesos, etc...
    2. Grupos de trabajo.
      - Objetivo: desarrollar líneas de actuación que ponga en marcha la aplicación en el aula de metodologías didácticas dentro del marco teórico propuesto por la neuroeducación.
  3. Gestión del centro. Lo que se pretende es establecer un plan estratégico educativo en el centro dentro del marco de la neurodidáctica. Para este propósito vamos a seguir el siguiente itinerario:
    1. Un proceso de diagnóstico, en donde se intenta conocer las características propias del centro y que nos aporte información fundamental para la elaboración del plan.
    2. Un proceso de implementación, en el cual de manera gradual vamos a ir ejecutando cada una de las fases que hayan surgido del proceso anterior. El ritmo lo marca la comunidad y sus necesidades.
  4. Introducción del figura del asesor en neuroeducación. En constante actualización en neurodidáctica, su principal función sería facilitar la aplicación en el centro de todos los conocimientos que se vayan adquiriendo en los diferentes procesos formativos que se llevan a cabo. Su función sería poner en marcha todo lo que se aprende en el centro sobre neuroeducación.

{slider Bibliografía }

Para la redacción del apartado de neuroeducación hemos consultado la siguiente bibliografía:

Blakemore, S. y Frith, U. (2011). “Como aprende el cerebro: Las claves para la educación”. Ed. Ariel.

De Sousa, D.A. (2006): How the Brain Learns. Ed. Corwin Press.

Forés, A. Gamo, J.R, Guillén, J. C., Hernández, T., Ligoiz, M., Pardo, F. y Trinidad, C. (2015). “Neuromitos. El aprendizaje desde la neurociencia”. Ed. Plataforma Actual.

Howard, P. (2011). “Investigación neuroeducativa. Neurociencia, educación y cerebro: de los contextos a la práctica”. Ed. La Muralla.

https://escuelaconcerebro.wordpress.com

La investigación sobre el cerebro y la mejora de la educación (2012). Segunda Época, Vol. 1.

Levine, M. (2003). “Mentes diferentes, aprendizajes diferentes: un modelo educativo para desarrollar el potencial individual de cada niño”. Ed. Paidos Iberica.

Marina, J.A. (2011). “El cerebro infantil: La gran oportunidad”. Ed. Ariel

Marina, J.A. (2012). “La inteligencia ejecutiva”. Ed. Ariel

Mora, F. (2013). “Neuroeducación”. Ed. Alianza Editorial.

Morgado, Ignacio (2014). Aprender, recordar y olvidar. Claves cerebrales de la memoria y la educación. Ed. Ariel.

OCDE (2007). Understanding the Brain: The Birth of a Learning Science

Ortiz, T. (2009). “Neurociencia y educación”. Ed. Alianza Editorial.

Pérez, E. y Capilla, A. (2011). “Neuropsicología Infantil”, en Tirapu, J., Maestú, F. y Ríos, M., Manual de Neuropsicología. Ed. Viguera.

Pérez, E. y Capilla, A. (2008) “Desarrollo cerebral y cognitivo” en Maestú, F., Ríos y M., Cabestrero, R., Neuroimagen: técnicas y procesos cognitivos. Ed. Elsevier Masson.

Pérez, E., Carboni, A. y Capilla, A. (2012) “Desarrollo anatómico y funcional de la corteza prefrontal” en Tirapu, J., Garcia, A., Rios, M. y Ardila, A., Neuropsicología de la corteza prefrontal y las funciones ejecutivas. Ed. Viguera

Schoeberlein, D. (2015). “Mindfulness para enseñar y aprender: Estrategias prácticas para maestros y educadores”. Ed. NEO-PERSON

Tokuhama-Espinosa, T. (2010). The new science of teaching and learning: Using the best of mind, brain, and education science in the classroom. Ed. Columbia University Teachers College Press.

Tourón, J. y Santiago, R. (2014) “The Flipped Classroom: Cómo convertir la escuela en un espacio de aprendizaje”. Ed. Innovación educativa.

 

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