Desde que Hart en 1983, en su libro Human Brain, Human Learning, enunció que la estructura del enfoque tradicional de enseñanza y de aprendizaje era “opuesta al cerebro”, se han realizado multitud de estudios e investigaciones al respecto que demuestran que esto es así inevitablemente. Su hipótesis era que la enseñanza compatible con el cerebro tendría como resultado un aprendizaje, un clima y una conducta mucho mejores. Y declaraba enfáticamente que para que la educación fuera realmente “compatible con el cerebro” debía ocurrir un cambio en el paradigma de enseñanza-aprendizaje.
Entonces, ¿qué debemos cambiar en nuestra forma de enseñar? La respuesta es obvia: la metodología.
La neurociencia nos puede ayudar en este sentido, nos sirve para entender cómo aprende el cerebro. Este conocimiento nos ayudará a mejorar sustancialmente la eficacia de los procesos de enseñanza-aprendizaje. Desde la pedagogía, basándose en los paradigmas que nos ofrece la neurociencia y de acuerdo con el currículum escolar, deberían generarse nuevas formas de enseñanza, nuevos modelos pedagógicos coherentes con el desarrollo del cerebro en las diferentes etapas de la vida.
Es bien sabido que el futuro del cerebro depende de las redes neuronales que se hayan establecido durante la etapa escolar en función de la educación recibida. Nos lleva más tiempo desaprender algo que hemos aprendido erróneamente que aprender bien, es decir, adquirir un nuevo conocimiento por el camino adecuado. La organización, secuenciación y repetición de los procesos de aprendizaje son básicos para desarrollar y mantener circuitos neuronales mientras que la aleatoriedad conlleva siempre un mal aprendizaje. La repetición y las rutinas consiguen una mayor precisión, rapidez y velocidad en las conexiones neuronales.
Debemos tomar conciencia de la importancia que tiene conocer más sobre nuestro cerebro y de cómo ello influye en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Cuanto más conozcamos sobre su funcionamiento más eficaz será el trabajo que desempeñamos en nuestras aulas. El maestro que conozca los principios neurobiológicos tendrá en sus manos una valiosa herramienta para diseñar una praxis docente exitosa.
Por otra parte, G. Siemens, en su obra Knowing Knowledge, traducida por Nodos ELE, propone una visión dinámica del conocimiento, como una estructura neuronal que se va generando y alimentando mediante el establecimiento de conexiones en procesos de aprendizaje. Aprendemos (tanto individualmente como colectivamente) generando conexiones entre conceptos, secuencias, nodos, y también por simulación o réplica, tal como se indica en los descubrimientos en neurociencia cognitiva sobre el funcionamiento de los sistemas de neuronas espejo o especulares (Rizzolatti). Muchos científicos consideran que el hallazgo de las neuronas espejo constituye uno de los logros más importantes de la neurociencia de las últimas décadas, especialmente por su importante papel en el aprendizaje y desarrollo cognitivo.
Con el impacto de los nuevos medios digitales es mucho mayor el número de procesos y entornos que intervienen e influyen en la creación de conocimiento. En la era de la sociedad-red necesitamos una concepción más flexible del conocimiento. A partir de las principales ideas del conectivismo, Dave Cormier hizo en 2008 su aproximación a la “educación rizomática”. El término surge de una metáfora sobre el rizoma, raíz que en su crecimiento va creando sus propias ramificaciones indefinidamente. Las imágenes de los rizomas tienen cierta similitud con las redes neuronales. Una planta rizomática no tiene un centro, se da en un lugar abierto, donde es posible el crecimiento porque no hay obstáculos o delimitaciones, sino que se compone de una serie de nodos, que pueden crecer y difundirse por sí mismos, solamente limitados por las características de su hábitat. El aprendizaje rizomático es así negociación de conocimiento, aprendizaje abierto, dirigido por cada uno y por todos al mismo tiempo, sus ramificaciones son imprevisibles y siguen creciendo a lo largo de la vida.
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El futuro de la educación pasa, pues, por generar nuevos modelos de enseñanza que incorporen el uso de los nuevos medios digitales. No se trata tanto de qué enseñar (contenidos) sino de cómo enseñarlo (procesos) a la luz de los nuevos conocimientos sobre cómo el cerebro aprende, atiende, memoriza y soluciona problemas. Esto debería ser así porque las redes neuronales que se implican en el “cómo” son mucho más complejas, organizadas y flexibles que las que se implican en el “qué” que son más simples, sencillas y menos distribuidas en el cerebro. Cuando las redes del “cómo” están establecidas es mucho más rápido y efectivo generar aprendizajes a partir de un pequeño “qué” (poca información). El aprendizaje se optimiza cuando el alumno es un protagonista activo del mismo: han de aprender a aprender. Es imprescindible fomentar en los alumnos el aprendizaje vivencial y periférico de manera que saquen el mayor provecho posible de sus experiencias.
Tal como dicen en “Escuela con cerebro, un espacio de documentación y debate sobre neurodidáctica“: Ya no hay excusas para mejorar la educación. La utilización de estrategias innovadoras en el aula avaladas por las evidencias empíricas de los estudios científicos y analizadas con espíritu crítico durante el ejercicio docente han de convertir las escuelas en centros directamente vinculados al mundo real a los que los niños les encante asistir. Porque conocer cómo funciona el cerebro abre nuevas vías educativas y posibilita que las experiencias de enseñanza y aprendizaje sean felices, que en definitiva es lo más importante. Utilicemos el gran potencial que la neuroeducación nos suministra. El futuro ya está aquí.
Se hace necesaria la formación del profesorado en nuevas metodologías de enseñanza-aprendizaje: Aprendizaje basado en proyectos, metodología Flipped Classroom, metodologías basadas en la teoría de las Inteligencias Múltiples, aprendizaje cooperativo…, más orientadas al desarrollo de capacidades cerebrales específicas de cada niño y a obtener todo el potencial en vez de centrarse en el déficit del alumno.
¿Qué papel juega la tecnología en este cambio metodológico? Muchos autores apuntan que la brecha ya no es sólo digital sino cerebral; hablan de una brecha cerebral entre los jóvenes de hoy en día y sus antecesores. Se ha visto cómo las TIC condicionan ciertos tipos de sinapsis neuronales que se manifiestan en maneras diferentes de procesar la información, relacionarse y aprender. El cambio metodológico puede también enriquecerse y beneficiarse del uso de las TIC en el aula.
Podemos concluir afirmando que la educación actual necesita de forma urgente una profunda reestructuración. Los nuevos tiempos requieren nuevas estrategias y nuevas metodologías, en definitiva, nuevos enfoques que permitan preparar a los futuros ciudadanos de un mundo en constante cambio y evolución, que no impidan quedarse desfasados ante las futuras avalanchas tecnológicas y se adapten a la actual sociedad del conocimiento.
Se trata, en definitiva, de redefinir el rol y las competencias de los docentes, sobre todo, en formación en metodologías efectivas, como he comentado anteriormente, para abordar la actividad en el aula de una manera más competente y eficaz para el alumnado. Como afirma el Prof. Raúl Salas Silva, “no podemos seguir como estamos; si queremos, los profesores, ser realmente profesionales de la educación, tenemos que actuar como tales. Y eso requiere que adquiramos una buena base de información científica sobre el cerebro, sobre cómo aprende el cerebro.”
Tenemos en nuestras manos, como docentes, la posibilidad de ayudar a desarrollar el potencial de todos y cada uno de nuestros alumnos dado que es, en la etapa escolar, cuando más moldeable y plástico se encuentra el cerebro. Aprovechemos ese momento y la oportunidad que se nos ofrece, nuestro esfuerzo merece la pena. Se puede hacer mucho desde la escuela. El futuro de la sociedad reside en la mente humana y el tipo de conexiones que establecemos tanto internamente como externamente.
Atribución
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Extraido de INTEFBLOG http://blog.educalab.es/intef/2015/07/31/neuroeducacion-un-desafio-para-los-docentes/