¿Qué es el NeuroDesarrollo
Entendemos el término neurodesarrollo como el proceso de evolución y crecimiento del sistema nervioso, y del cerebro particularmente. Desde el comienzo, desde el cigoto, hasta la muerte, el cerebro va cambiando de manera paulatina, dinámica y constante, a travesando muchos estados que se irán caracterizando por algunos elementos comunes y también diferentes.
En los últimos veinte años nuestra comprensión de la función del cerebro ha mejorado significativamente, hallándonos en el momento adecuado de intentar explorar la relación que existe entre desarrollo cognitivo y el del cerebro, de ir construyendo pasarelas que permita ir de un nivel de análisis al otro sin que los saltos sean tan grandes que nos perdamos; esto nos va permitir crear un contexto mas correcto para el estudio y la investigación de los trastornos del neurodesarrollo, permitiéndonos aplicar este conocimiento en mejorar los diagnósticos y las intervenciones posteriores. En este marco no solo se deberá tener en cuenta la evidencia sobre el desarrollo del cerebro – como la que se obtiene a partir de la neuroanatomía, de las imágenes cerebrales, así como de los efectos conductuales o cognitivos observados en las lesiones cerebrales, etc... – , si no que también es necesario tener en cuenta los informes que parten de la psicología del desarrollo cognitivo, emocional y conductual. Ademas, este enfoque puede también contribuir al desarrollo de teorías acerca de la diferenciación funcional de las distintas áreas o redes cerebrales, los periodos críticos a lo largo del desarrollo, o sobre la plasticidad cerebral, lo que servirá para adelantarnos a la aparición de la sintomatología y aprovecharnos de intervenciones tempranas.
El objeto propio del neurodesarrollo cognitivo, o de la neuropsicología infantil, o del desarrollo, da igual como se etiquete, será la comprensión de cómo se adquiere la conducta y las funciones cognitivas en relación al desarrollo de los sistemas cerebrales que la sustentan, se pretende desentrañar la interacción entre los niveles aparentemente dispares de organización que existen en el cerebro y que dan lugar al proceso por el que a partir de la actividad cerebral aparece la actividad cognitiva. La neurociencia cognitiva del desarrollo se está convirtiendo en la respuesta que la ciencia puede dar a importantes preguntas, como la relación entre el cerebro y los procesos mentales que soporta, o cual es el origen de las estructuras biológicas organizadas, grupo en donde se enclava la compleja estructura del cerebro humano adulto.
Hasta hace más bien poco, en el ámbito del neurodesarrollo se solía trabajar con un modelo de cerebro ya adulto, que había alcanzado ya su madurez, sin embargo, sabemos que el desarrollo neurocognitivo es dinámico, ocurre a lo largo de toda la vida, y no hay un estado final, un resultado estático. En la actualidad es de vital importancia, para entender el desarrollo ontogenético, en individuos atípicos o típicos, trazar los caminos que este desarrollo ha seguido a lo largo del tiempo. Es imprescindible establecer que partes del sistema en desarrollo pueden interactuar entre si, pudiendo ser de manera diferente según el momento evolutivo en que se encuentre, observándose cambios importantes a nivel genético, neuronal, cognitivo y comportamental de manera progresiva, desde la infancia en adelante, incluyendo en esta ecuación el papel, cada vez más importante, que ejerce el medio ambiente.
De entre todos los intentos de explicar el neurodesarrollo, creemos que el neuroconstructivismo sería actualmente el que más se acerca a ese intento de unir el desarrollo cerebral y el cognitivo. La propuesta del neuroconstructivismo se basa en el desarrollo de nuevas competencias sobre las base de otras, anteriores y más simples, tanto en el sustrato cerebral – mediante la progresiva elaboración de las estructuras corticales –, como en el ámbito cognitivo – gracias a un incremento de la complejidad de las representaciones y de las conductas –. En el enfoque neuroconstructivista el incremento de la complejidad de la cognición sería una consecuencia del desarrollo cerebral, complejidad que a su vez provocaría la especialización y adaptación del sistema cerebral a la nueva realidad a que se enfrenta el sujeto gracias al uso de sus nuevas habilidades cognitivas y conductuales.
Si caracterizamos el neurodesarrollo cognitivo dentro del marco del neuroconstructivismo tenemos que tener en cuenta diferentes aspectos importantes:
- El neurodesarrollo es un proceso discontinúo, un lento crecimiento continuado pero no lineal, salpicado con periodos breves de grandes cambios. Conocer estos periodos es importante debido a que la conducta del niño o la niña se verá limitada por el nivel de desarrollo en que se encuentre éste o éstael niño o la niña, lo que se ha llamado la “zona de desarrollo próximo” a propuesta de Vygotsky – la distancia entre el nivel global de desarrollo de una persona y el nivel potencial que debería presentar –.
- Aislar el neurodesarrollo del lugar donde se habita es un gravísimo error; la interacción entre la genética y el ambiente es una piedra angular del desarrollo, en una doble dirección, que va desde el programa genético que determina el desarrollo de los circuitos neuronales, sobre todo en un primer momento, y hasta la determinación que establece la experiencia y el ambiente, regresando posteriormente al ámbito neuronal vía epigenética, lo que va dando lugar a un refinamiento progresivo y mejora del sistema neurocognitivo.
- Este refinamiento, tanto en el ámbito neuronal como cognitivo, no es ni homogéneo ni paralelo en el tiempo, es heterocrónico. Podemos observar distintos momentos de desarrollo tano en las diferentes regiones cerebrales como en las habilidades cognitivas, conductuales y emocionales. Un aspecto importante ha tener en cuenta es que el desarrollo de los procesos cognitivos no depende únicamente de la maduración de regiones cerebrales específicas, como sería el caso del córtex prefrontal o de otras, sino también de la maduración de las conexiones entre ellas, por lo que no es correcto establecer una relación directa entre ambos fenómenos, la maduración de estructuras cerebrales y la aparición de cierto procesos cognitivos.
- De entre todos los genes que conforman el genoma humano, tan sólo un poco más del 1% de ellos son determinantes, la mayoría están regulados por el medio ambiente en donde se desarrolla la persona. Este dato, además de confirmar la interacción ente genes y ambiente, implica una gran posibilidad de adaptación. Esta potencial adaptabilidad se manifiesta claramente en la llamada plasticidad cerebral, concepto que implica la liberación del sistema nervioso de las propias restricciones que marca su propio genoma y adaptarse de esta manera a las presiones ambientales, a los cambios fisiológicos y a las experiencias. Esta plasticidad, estado habitual presente en el sistema nervioso a lo largo de la vida de una persona, muestra una distinta naturaleza según el momento vital en que se encuentre esa persona, siendo mayor en las primeras etapas y menor en las últimas.
Fases del Desarrollo Cognitivo
Hemos divido en desarrollo en cuatro etapas vitales y cada etapa en el desarrollo de las principales funciones ejecutivas y emocionales. Por desgracia, los estudios sobre el desarrollo del sustrato neural subyacente a los procesos cognitivos no son tan abundantes como los estudios sobre el desarrollo del cerebro, por lo que la principal herramienta que se ha utilizado para analizar el desarrollo neurocognitivo es el establecimiento de correlaciones temporales entre los hitos del desarrollo cerebral y los del desarrollo cognitivo.
Teniendo en cuenta esto podemos desatacar los siguientes ciclos en el desarrollo neurocognitivo.
Para la elaboración de este apartado hemos seguido principalmente el inestimable capítulo “Neuropsicología infantil” de las psicólogas Elena Pérez y Almudena Capilla publicado en “Manual de neuropsicología” de Javier Tirapu, Marcos Ríos y Fernando Maestú (2008). Consideramos que es una obra de referencia en castellano dado por el importante esfuerzo de aunar el conocimiento que poseemos sobre el desarrollo neuronal y el que versa sobre el desarrollo de las principales funciones cognitivas y emocionales.
- Primera etapa (0-2 años)
- Segunda etapa (2-6 años)
- Tercera etapa (6-12 años)
- Cuarta etapa (12-20 años)
- Primera etapa (0-2 años)
- Segunda etapa (2-6 años)
- Tercera etapa (6-12 años)
- Cuarta etapa (12-20 años)
Primera etapa (0-2 años)
En esta primera etapa, los procesos de mielinización, el aumento del número de conexiones sinápticas o los patrones de cambio en las tasas metabólicas, van a ir modulando el desarrollo continuado del cerebro y de su funcionalidad.
- Percepción. En estos dos primeros años, el desarrollo perceptual es muy importante, pasando a ser capaces de percibir los bordes y la profundidad desde la primeras semanas, hasta ser capaces de extraer información sobre la forma cuando la imagen completa está ausente, así como de percibir los movimientos humanos y las emociones faciales como un todo organizado y con significado.
- Atención. Podemos observar diferentes perfiles evolutivos en las redes neuronales que soportan la distintas funciones que se han asignado a la atención. De esta manera, la funcionalidad de la red de alerta sería la primera en aparecer, ya que el recién nacido muestra pequeños períodos de alerta durante las dos primeras semanas, mostrando signos de que empieza a poseer las habilidades, de manera rudimentaria, para seleccionar información. Un aspecto importantes es que entre los 2 y los 3 meses, su nivel de alerta va a depender de la postura en que esté, tendido o incorporado, debido probablemente a la estimulación vestibular recibida, lo que influirá en la capacidad de controlar los movimientos oculares, patrones oculares que estarán cada vez más determinados, es decir, guiados por la atención y por la experiencia acumulada. La red atencional posterior o el circuito de orientación va ser funcional a partir del sexto mes, aportando al bebe la capacidad de dirigir su atención hacia el estímulo de interés, lo que va a facilitar el compartir con su cuidador o cuidadora la atención sobre un mismo objeto. Este hecho será básico para que el bebe pueda más adelante comenzar a aprender mediante las instrucciones que les de un adulto, así como ser capaz de imitarle, favoreciendo de este modo el aprendizaje vicario, además de poderle dirigir la atención sobre aspectos concretos del medio ambiente. Sin embargo, aunque entre los 6 y los 18 meses son capaces de seguir la mirada de otra persona, el dirigir la atención a ese objeto que le indica el adulto no será una habilidad que dominará al año, siendo importante tanto para el desarrollo del lenguaje, así como otros aspectos del desarrollo social.
- Memoria. La aparición de una memoria sobre lo vivido es muy temprana, casi desde los tres meses, mejorándose esta habilidad de manera gradual. Este desarrollo gradual de los procesos de memoria permitirá la aparición de los elementos básicos para la adquisición de nuevas conductas como el condicionamiento operante, lo que permite que en fechas muy tempranas, a partir de los nueve meses, ya empieza a imitar las conductas pasadas, tras una demora, experiencias que les permite anticiparse al futuro inmediato a partir de estas vivencias.
- Funciones ejecutivas. Aunque queden aún lejos las funciones ejecutivas tal y como se definen actualmente, parece claro que los cambios que se observan entorno al año de vida van a incidir de manera preferencial sobre la corteza, van a indicar la preparación del cerebro para adquirir los requisitos que darán lugar, al final del siguiente periodo, al pleno desarrollo de las funciones ejecutivas. Uno de estos elementos sería el desarrollo gradual de la permanencia del objeto, o capacidad para crear una representación mental del mundo que rodea al bebé y mantener esta información activa, habilidad muy relacionada con la memoria operativa.
- Lenguaje. El proceso de adquisición del lenguaje es lento y gradual, iniciándose con la aparición del balbuceo y la repetición de sonidos vocálicos y consonánticos a partir de los 8 meses. La comprensión inicia su viaje un poco después, sobre el final de los primeros doce meses aparecen las primeras manifestaciones de comprensión de palabras sencillas, más o menos cuando se les empieza a escuchar las primeras palabras. Estos dos primeros años el vocabulario va ir creciendo aunque no de manera gradual ni constante. A partir de este momento la velocidad se incrementa, logrando aprender incluso tres o cuatro palabras al día, mayoritariamente sustantivos. Además, todos los elementos lingüísticos del bebe irán acompañando a la acción.
- Desarrollo afectivo y social. Relacionado con la adquisición de habilidades atencionales estaría la capacidad de los bebes de poder establecer contando visual con sus cuidadores, función que empezará a poseer sobre los 2 o 3 primeros meses de vida. Esta habilidad asentará en gran parte el desarrollo del vínculo afectivo entre el bebe y aquellas personas que lo cuidan. Además facilitará que el niño o la niña vaya regulando su comportamiento según sean las reacciones de éstas personas, de esta manera, entre los 9 y los doce meses los bebes utilizan la información auditiva, más desarrollada que el procesamiento visual, que le proporcionan sus padres para gestionar de manera sencilla su conducta. El desarrollo de los proceso perceptivos visuales van a permitir que esta habilidad de gestión comportamental esté cada vez más asociada a la información que los bebes extraen del rostro de sus padres. Ya en el segundo años, los niños y las niñas mostrarán una clara preferencia a la hora mirar a la cara de su padre/madre y guiar su conducta en función de su expresión.
Además de establecer relaciones afectivas con aquellas personas que les rodean, los bebes empiezan a tener sentido de su propio yo, de esta manera, a los 18 meses, comienzan las primeras aproximaciones al autoconcepto gracias al logro de poder reconocerse al mirarse al espejo y comprender que está mirando su propia imagen (autoreconocimiento); esto va a permitir por un lado que sea capaz de empezar ha autoevaluarse, así como la identificación y el reconocimiento de emociones más complejas, acciones que serán facilitadas en un contexto social adecuado.
Segunda etapa (2-6 años)
Los procesos iniciado en las etapa previa siguen su curso, como el aumento de la tasa metabólica en aquellas zonas que siguen desarrollándose – como la corte prefrontal –, o un avance del proceso de mielinización – principalmente del cuerpo calloso –.
- Percepción. Al final de esta etapa, en la que no se observan avances significativos en relación a la percepción visual, la discriminación y detección de formas simples serán habilidades que ya se posean. En cambio, respecto a la percepción háptica, las mejoras son más evidentes, a los 5 años los niños ya son capaces de diferenciar los dedos de las manos cuando son estimulados – las gnosias digitales – , así como la capacidad para discriminar texturas diferentes.
- Atención. Entorno a los cuatro años se va a observar una mejora sustancial en las tareas atencionales, que aunque esta mejora va a ser gradual desde los 2 años en aspectos como la atención sostenida, no será hasta esta edad cuando somos totalmente capaces de realizar acciones tan importante como centrar la atención en aquellos aspectos del medio que nos interesa, seleccionándolos de los que son inhibidos por su escaso valor informativo, y hacerlo de manera dinámica y eficaz, capaces de cambiar nuestro foco atencional con una mayor precisión.
Si hasta esta edad las claves contextuales, como el hecho de que un estímulo fuese muy llamativo, eran básicas para el control de nuestra atención, un control externo, será a partir de esta etapa cuando este control va a pasar a ser interno, en donde los cambios motivacionales junto con la experiencia social del niño va a jugar un papel crucial.
En resumen, en esta etapa la atención estará especialmente condicionada por aspectos: 1) contextuales, como el tipo de tarea o la hora del día, y 2) personales, como la propia percepción que el niño tenga sobre la tarea o sus intereses. - Memoria. Si bien la memoria implícita tiene un desarrollo precoz y a los 6 años ya puede considerarse madura, la memoria explícita todavía no muestra este nivel de desarrollo. Las dificultades que presentan los niños y las niñas en esta etapa durante la recuperación consciente de memorias consolidadas pueda deberse a la ausencia de las estrategias metacognitivas adecuadas, que a su vez podría ser la consecuencia de un desarrollo sin finalizar de las vías de comunicación entre las áreas frontales y las temporales. Aun así, les resulta más fáciles de recordar las experiencias emocionales.
- Funciones ejecutivas. Si bien al principio de esta etapa no parece registrarse grandes avances en estas habilidades, parece que algunas de ellas, como la memoria operativa y la inhibición de respuestas frecuentes, podrían mostrar cambios significativos entorno a los 4 años, lo que permitiría una mayor capacidad para mantener información activa, así como la posibilidad de seleccionar distintas respuestas ante los estímulos y no la más habitual.
- Lenguaje. En la etapa anterior ya se observaba un incipiente incremento del vocabulario, siendo una expansión mucha más rápida en ésta. En otras áreas del lenguaje se puede observar mejorías importantes, como la utilización de categorías gramaticales similares a las de los adultos, o la capacidad de ajustar el lenguaje en relación con la situación y las expectativas sociales, lo que facilitará la interacción con otras personas.
- Desarrollo afecto y emocional. El desarrollo del yo, o del esquema de persona diferenciada, es un proceso lento que se desarrolla en diferentes etapas y se asienta diferentes aspectos como la capacidad de percibirnos como seres continuos en el tiempo, que no aparecerá hasta los cuatro años, lo que conlleva una mejora de la memoria autobiográfica y un autoconocimiento.
Entre los 3 y los 6 años, principalmente a partir de los cuatro, se produce un cambio fundamental en el desarrollo social de los niño, nos referimos a la aparición de un conjunto de habilidades que se han englobado con el nombre de la teoría de la mente. Aunque es en estos años cuando se inicia este proceso, se pueden describir precursores en los años previos, como el lenguaje o el interés por el juego simbólico, que serían aspectos importantes que favorecen la aparición de ésta.
Tercera etapa (6-12 años)
Si algo se caracteriza a esta etapa es por el paso de un procesamiento local hacia uno más globalizado. De hecho, los estudios electrofiosiológicos indican que entre los 7 y los 9 años un incremento de la actividad en las conexiones de larga distancia entre áreas distantes dentro de un mismo hemisferio, primero del derecho y posteriormente del izquierdo, aumento que requiere de una mayor mielinización de estas vías. Esta facilidad a la hora de conectarse áreas distantes facilitará la tarea de automatizar aquellas secuencias que se repiten de manera asidua, además, al producirse un incremento de la velocidad con la que procesamos la información – mejores vías de comunicación y procesamiento automático – permitirá la posibilidad de ejecutar otras tareas simultáneamente.
- Percepción. En esta edad, el desarrollo del procesamiento perceptivo se mueve desde el procesamiento del detalle, habitual en las etapas previas, hacia una configuración más global de lo percibido. Las habilidades visuales superiores – como la capacidad para detectar y discriminar formas simples – se desarrollan durante los 6-11 años de forma progresiva.
- Atención. Las redes de alerta y de orientación están casi completamente maduras, observándose mejoras en la atención sostenida y en la velocidad de procesamiento. El desarrollo de la red ejecutiva todavía no se habría completado, como la ausencia de un control inhibitorio insuficiente debido posiblemente a la falta de maduración de cierto circuitos cortico-subcorticales.
- Memoria. La utilización espontánea de estrategias de memoria va a coincidir con el incremento en la actividad electrofisiológica de las regiones frontales, así como con el establecimiento de las conexiones a larga distancia frontotemporales; estas estrategias facilitarán el posterior recuerdo de la información procesada y almacenada. La mayor actividad frontal también se relacionaría con la mejora de las capacidades de memoria de trabajo, lo que coincide con el momento en el que el niño es capaz de resolver con soltura tareas de “orden superior”.
- Funciones ejecutivas. El paso de un pensamiento preoperacional a uno operacional marcará esta etapa. La mayor conectividad de los lóbulos frontales con el resto del cerebro va a facilitar que la acción deje de estar guiada principalmente por la percepción y pase a estar coordinada por la información procedente de la lógica y de la experiencia previa, lo que permite plantear hipótesis y comprobarlas, incluso antes de ejecutarlas. Un mayor comportamiento estratégico, una mayor capacidad de planificar tareas sencillas y la demostración de ciertas habilidades inhibitorias, serán otros de los logros alcanzados en estas edades. Ya somos capaces de empezar a movernos desde el presente al futuro y regresar al pasado. El desarrollo, alrededor de los 8 o 9 años, de la metacognición – la capacidad de pensar sobre el propio pensamiento – va a facilitar esa abstracción en el pensamiento, permitiendo evaluar e identificar aquellas tareas que implican una mayor dificultad, por ejemplo.
- Lenguaje. Una de las principales característica de este etapa es el aprendizaje de la lectoescritura, que se sustenta en un buen desarrollo del lenguaje hablado, adquirido en las etapas previas, tal y como demuestra las mejoras en las destrezas gramaticales y semánticas, que posibilitan una mejora en la expresión oral y en la escritura. En esta etapa se aumenta la competencia gramatical y semántica de los niños, lo que posibilita la expresión oral, necesaria para la escritura.
El lenguaje se convierte en una herramienta de interacción social, lo que se verá facilitado por el perfeccionamiento de las estrategias comunicativas se irán perfeccionando, permitiendo la comunicación fuera de los ambientes habituales del niño o de la niña. - Desarrollo emocional y social. Al liberarnos de los límites impuestos por la percepción que nos situaba permanentemente en el ahora, y gracias al desarrollo de las funciones ejecutivas vamos a ser capaces de anticipar las consecuencias de nuestro comportamiento y el de los demás. Esto tendrá diversas consecuencias, por un lado va a incrementar nuestro control emocional y esto a su vez facilitará la autoregulación de nuestro comportamiento. Y por otro lado, la mayor capacidad de abstracción nos permitirá comprender el significado de normas y reglas, que aunque todavía no sea muy flexible, nos permite sofisticar nuestro juego simbólico y establecer nuestros propios códigos que los juegos funcionen.
El desarrollo de la teoría de la mente, con la aparición de las creencias de segundo orden entre otros aspectos, da paso a la aparición del autoconcepto, sobre los 8 años, la imagen que tenemos de nosotros mismos y que formamos a partir de las que nos devuelve quienes nos rodea y que iremos desarrollando a lo largo de nuestra vida. Sobre el esquema de autoreconocimiento que empezamos a establecer entorno a los 2 años, hemos ido refinándolo y sofisticándolo hasta pasar al autoconcepto, que nos acompañará hasta el final de nuestras vidas.
Cuarta etapa (12-20 años)
Durante este periodo podemos observar diferentes cambios a nivel neuronal, destacando el desarrollo de la sustancia gris, la cual ha ido aumentando en las etapas previas y empezará posteriormente a reducirse, alcanzando niveles similares a los adultos durante los últimos años de la adolescencia. A su vez, la poda sináptica va alcanzado niveles adultos, lo que va a provocar una reducción de la cantidad de recurso metabólicos consumidos, reduciéndose la tasa. Además, la sustancia blanca frontal alcanza también niveles parecidos a los que se encuentran en personas adultas, señal de un mejora funcional de estas áreas. Junto con la influencia de la genética y del entorno, vamos a observar mejorías en las funciones neurocognitivas que se han ido desarrollando durante los años anteriores. Aunque la complejidad de las funciones superiores hace difícil establecer relaciones directas entre los cambios funcionales con los cambios cerebrales, estas reorganizaciones sinápticas provocadas por la experiencia y la poda sináptica, así como el aumento de la mielina en las áreas de la corteza frontal entre la mitad y el final de la adolescencia pueden estar involucrados en las mejoras que se producen en las funciones ejecutivas, principalmente, la inhibición motora, la memoria de trabajo, la resolución de problemas y la toma e decisiones.
Aunque varias propuestas dan por finalizado el desarrollo cognitivo sobre los 15 años, otras los han prolongado hasta los 25 años, proponiendo una última etapa, el “ciclo de abstracciones”, en donde a pesar de que se da una mejora de los logros cognitivos alcanzados en etapas anteriores, en ésta se caracteriza por el desarrollo personal, alcanzándose la madurez en el ámbito emocional, social y moral.
- Percepción. El fortalecimiento, entre los 11 y los 13 años, de las conexiones frontoparietales va a permitir que las regiones prefrontales se involucren en la integración de la información sensorial. Esto provocaría que en este etapa más que adquirir procesos nuevos se van a perfeccionar los adquiridos, principalmente la configuración global de lo percibido.
- Atención y memoria. Los procesos atencionales van a ir alcanzando niveles comparables a los adultos durante este período. De igual manera, el incremento de la información semántica y episódica irá de la mano de una mejora en los procesos que subyacen a la memoria operativa, así como a un mejor uso de las estrategias de almacenamiento y recuerdo.
- Funciones ejecutivas. Si bien el resto de funciones cognitivas hemos visto que alcanzan niveles como los adultos, en referencia a las funciones ejecutivas, será a lo largo de la adolescencia conforme se vayan alcanzando esta meta. La planificación estratégica, la resolución de problemas o la comprobación de hipótesis todavía no es equiparable a la del adulto.
Las mejoras continuadas de la comunicación entre el frontal y el resto del cerebro se irá expresando en un incremento continuado de la velocidad con que procesamos la información, mejorándose de esta manera aspectos como la utilización de estrategias, del control inhibitorio, la fluidez verbal y no verbal, o la autoregulación. Este último hecho explicaría en parte las dificultades para tomar decisiones razonadas y sosegadas, imponiéndose soluciones impulsivas en estos momentos. - Desarrollo afectivo y social. La adolescencia viene marcada, entre otros aspectos, por un vaivén continuado del estado del ánimo, relacionado tanto con cambios hormonales como los cambios neuronales ya comentados. Otro aspecto importante sería el cambio en las estructuras sociales en las que se apoyan los y las adolescentes. Vamos a ir virando hacia la búsqueda del grupo de iguales por encima del núcleo familiar que había caracterizado las etapas previas. Además, existe un aumento de las conductas de riesgo y la aparición de problemas de conducta
Trastornos y dificultades del Neurodesarrollo
La clasificación de los trastornos del neurodesarrollo varía en función de algunas variables (la herramienta de diagnóstico que se utiliza, etc...). En estas clasificaciones vamos a encontrar etiquetas como el trastorno por déficit de atención e hiperactividad, trastorno del espectro autista, dificultades del aprendizaje, trastornos del comportamiento disruptivo, trastornos motores,...
Según Artigas-Pallares y Narbona los trastornos del neurodesarrollo pueden contemplarse desde distintos niveles causales y moduladores:
- en un primer nivel estarían los genes, los cuales estarían implicados en la gestación y modulación, en interacción continua con factores medio ambientales, de la estructura cerebral y su funcionalidad.
- En otro nivel, el segundo, podemos situar la actividad cerebral, que puede verse reflejada de manera indirecta en
- la actividad mental, tercer nivel, desde donde se puede contemplar los trastornos del neurodesarrollo; este nivel puede dividirse en
- mecanismos generales (mecanismos cognitivos), como: la capacidad de inhibir un impulso, la memoria inmediata, la consciencia fonológica, etc..., o
- el nivel comportamental, o el producto final de la actividad mental, las conductas, las cuales representan la única parte del proceso que es observable directamente.
La actividad de cada uno de estos niveles estaría modulada por diferentes factores:
- en el primer nivel, la expresión de los genes esta modulada por factores ambientales (por ejemplo, un TDAH puede ser mas grave si la madre ha consumido alcohol o tabaco durante la gestación),
- podemos observar que determinada actividad cerebral esta bajo la influencia de varios genes, cada uno de ellos con efectos débiles,
- los mecanismo cognitivos dependen de la actividad conjunta de varias funciones cerebrales, y
- cada conducta es la suma de distintos mecanismos cognitivos.
Es necesario tener en cuenta ciertos aspectos propios de los trastornos del neurodesarrollo:
- Los limites entre los trastornos, en ciertos casos, son difíciles de establecer, como entre el TEL y el TEA, o entre ambos y el TDAH.
- Asociado a lo anterior destaca la alta tasa de comorbilidad, lo que dificulta también el diagnostico, no por que debamos decantarnos por uno u otro, habrá que tenerlos en cuenta en la intervención, si no en demostrar la presencia de dos o tres trastornos asociados.
- Es difícil objetivar el diagnóstico de los trastornos del neurodesarrollo ya que la investigación y el establecimiento de marcadores biológicos es una tarea ardua que requerirá de un amplio margen de tiempo para que se vaya imponiendo. Sin embargo, es necesario un gran esfuerzo por la búsqueda de estos endofenotipos que facilitarían superar las contradicciones de las dos características anteriores.
- No están tan alejados de las conductas que pueden exhibir cualquier persona normal, en la mayoría de las ocasiones únicamente debido a la escasa funcionalidad que presentan. Un ejemplo seria la distractibiliad o la impulsividad, propia de un trastorno de atención, puede presentarla cualquier individuo normal, al que se considera como una persona despistada o impulsiva. Por tanto, los limites entre trastorno y normalidad pueden ser imprecisos y dependientes del contexto o de la persona que evalúa el problema. En los trastornos del neurodesarrollo los síntomas no difieren cualitativamente de los rasgos normales que se pueden apreciar en cualquier individuo, lo que en ocasiones se pueden considerar normales si no son claramente disfuncionales. Por tal motivo, los limites entre trastornos y normalidad son, en la actualidad, muy imprecisos.
El número de los posibles trastornos o dificultades del neurodesarrollo varía en función de algunas variables (como qué herramienta de diagnóstico se utiliza, el DSM, la CIE o ninguna de éstas), es decir, que nos podemos encontrar innumerables listas, algunas con un mayor grado de solapamiento, pero entre otras hay pocas coincidencias; nosotros vamos a intentar ser breves y no hacer una clasificación exhaustiva. Posiblemente se nos escape algunos cuadros importantes, sin embargo, creemos que para una primera aproximación sería suficiente. Podríamos establecer una división entre los trastornos que tienen una clara etiología y que cursan con alteraciones neurocognitivas, emocionales y conductuales, como los vinculados a síndromes genéticos – síndrome X frágil, síndrome de Prader-Williams, síndrome de Angelman, síndrome de Down, ... – o los asociados a lesiones del sistema nervioso – daño cerebral sobrevenido, parálisis cerebral, tumores cerebrales infantiles, ... –, y aquellos trastornos o déficit que no todavía no hemos hallado una causa específica – el trastornos por déficit de atención e hiperactividad, trastorno del espectro autista, dificultades del aprendizaje, trastornos del comportamiento disruptivo, trastornos motores, ... –. Como este tema es muy amplio, en distintas entradas en nuestro blog iremos describiendo cada uno de estos trastornos o dificultades, así como ampliando esta clasificación
Atención Temprana
Una de cada cuatro persona – un 25% de la población mundial y un 20% en España(1) – ha sufrido, sufre o sufrirá alguna enfermedad mental a lo largo de su vida(2). En España casi el 10 % de la población sufre actualmente un trastorno mental(1). Por esto, creemos en la importancia que tiene un neurodesarrollo saludable a lo largo de la vida, por lo que es necesario invertir nuestro esfuerzo y tiempo en ello. Porque a veces, los pequeños problemas con el tiempo son más difíciles de resolver.
Las enfermedades mentales suponen el 40% de las enfermedades crónicas y la mayor causa de los años vividos con discapacidad(2). El impacto de los trastornos mentales en la calidad de vida es superior al de las enfermedades crónicas como la artritis, la diabetes o las enfermedades cardiacas y respiratorias(1). Además de los problemas directos para aquellas personas que sufren estos trastornos, a nivel social, se estima que el manejo inadecuado de estos trastornos conlleva una pérdida que según los estudios varía entre el 4% y el 8% del PIB(3), que en el caso de España implicaría entre unos 41.500 y 83.000 millones en el año 2014(1)– en términos de productividad, gastos asociados a discapacidad y atención sanitaria, socavando, además, el soporte productivo de nuestro sistema ya que estos trastornos afectan mayoritariamente a población joven, aquella en edad de producir, observándose que en muchos países europeos, las enfermedades mentales son la causa del 45-55% del absentismo laboral(2) –, calculándose que dedicamos un 20% del presupuesto de salud(4) a las enfermedades mentales, es decir, tratamiento y rehabilitación. Sin embargo, en los países europeos, el presupuesto para salud mental únicamente supone el 5,8% del presupuesto total en salud(2) y sólo un 5,5% a la investigación de estos trastornos, aunque se los estudios indican que la inversión en esta temática tiene un retorno de 52 euros por cada euro que se invierte(5).
Teniendo estos datos parece claro que la prevención es la alternativa más eficaz para controlar este problema que va en aumento(6). Según el Libro Blanco de la Atención Temprana elaborado por la Federación Estatal Asociaciones de Profesionales de la Atención Temprana: “Se entiende por Atención Temprana el conjunto de intervenciones, dirigidas a la población infantil de 0-6 años, a la familia y al entorno, que tienen por objetivo dar respuesta lo más pronto posible a las necesidades transitorias o permanentes que presentan los niños con trastornos en su desarrollo o que tienen el riesgo de padecerlos. Estas intervenciones, que deben considerar la globalidad del niño, han de ser planificadas por un equipo de profesionales de orientación interdisciplinar o transdisciplinar”.
Y es que muchos de los problemas o trastornos del neurodesarrollo aparecen en la infancia y continúan – aunque su manifestación sea distinta – durante la adolescencia y en la edad adulta, o bien son factores de riesgo para sufrir otros trastornos en la edad adulta(7). Por ello, todos los expertos coinciden en la precocidad del diagnóstico y tratamiento de dichos trastornos para que sean más efectivos(8).
Desde ANESA, queremos ofrecer la formación y la información, para que el desconocimiento no agrave las consecuencias de sufrir algún trastorno del neurodesarrollo. Porque a veces, los pequeños problemas con el tiempo son más difíciles de resolver.
1. Ministerio de Sanidad y Consumo. Estrategia en Salud Mental del Sistema Nacional de Salud. 2006.
2. Organización Mundial de la Salud. Mental Health: facing the challenges, building solutions. 2005.
3. http://www.economist.com/news/leaders/21676771-fine-words-mental-health-should-be-matched-money-researchbut-not-just?frsc=dg%7Ca
4. Consejería de Salud, Junta de Andalucía. Plan Integral de Salud Mental de Andalucía 2003-2007.
5. http://www.brunel.ac.uk/news-and-events/news/news-items/press/ne_24962
6. Organización Mundial de la Salud. Prevención de los trastornos mentales. Intervenciones efectiva y opciones de políticas.
7. Piscopatología del Desarrollo. Lourdes Ezpeleta y Josep Toro. Editorial Piramide, 2014.
8. Factores de riesgo en psicopatología del desarrollo. Lourdes Ezpeleta. Editorial Masson. 2005.
Proyectos en esta area
¿Qué estamos haciendo en la actualidad dentro de esta área? Estamos trabajando, diseñando, programando, asesorando, gestionando, ... los siguientes proyectos:
- Asesoramiento sobre Evaluación, diagnóstico y tratamiento en Unidad de Neurorehabilitación (CRECIENDO).
- Por ahora...
Bibliografía
Para la redacción de este apartado hemos consultado la siguiente bibliografía
- Arnedo, M., Bembibre, J., Montes, A. y Triviño, M. (2015). “Neuropsicologia infantil. A traves de casos clinicos”. Ed. Editorial Medica Panamericana.
- Artigas Pallarés, J. y Narbona Garcí, J. (2011). “Trastornos del neurodesarrollo”. Ed. Viguera Editores.
- Capilla, A. y Pérez, E. (2007) “Desarrollo cerebral y cognitivo” en Maestú, F., Ríos, M., Cabestrero, R. Neuroimagen: técnicas y procesos cognitivos. Ed. Elsevier Masson.
- Johnson, M., de Haan, M. (2015). Developmental Cognitive Neuroscience: An Introduction. Ed. Wiley Blackwell.
- Lourdes Ezpeleta L , Toro Trallero J. (2015). “Psicopatología del desarrollo”. Ed. Piramide.
- Mareschal, D., Johnson, M., Sirois, S., Spratling, M., Thomas, M. y Westermann, G. (2007). “Neuroconstructivism (I): How the Brain Constructs Cognition”. Ed. Oxford University Press.
- Papalia D, Feldman R, Martorell G. (2013). “Desarrollo humano”. Ed. Mcgraw-Hill.
- Pérez, E. y Capilla, A. (2011). “Neuropsicología Infantil”, en Tirapu, J., Maestú, F. y Ríos, M., Manual de Neuropsicología. Ed. Viguera.
- Pérez, E. y Capilla, A. (2008) “Desarrollo cerebral y cognitivo” en Maestú, F., Ríos y M., Cabestrero, R., Neuroimagen: técnicas y procesos cognitivos. Ed. Elsevier Masson.
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